La economía en la Tierra Media: análisis económico del mundo de Tolkien

Cuando pensamos en Tolkien, lo primero que viene a la mente son las grandes gestas: espadas que brillan bajo la luna, ejércitos marchando y anillos que susurran poder. Pero hay algo más, algo que da soporte invisible a todo ese mundo épico: la economía.
Porque sí, en la Tierra Media hay trueques, tesoros, tierras fértiles y rutas comerciales.
No es una utopía atemporal, sino un mundo con tensiones materiales muy concretas. ¿Quién alimenta a los soldados de Gondor? ¿Cómo se sostienen las fortalezas élficas en Lothlórien? ¿Qué se intercambia en los puertos de Pelargir o los mercados de Bree?
En este análisis, nos adentraremos en el corazón económico de los distintos pueblos de la Tierra Media, comenzando con los dos grandes reinos humanos de la Tercera Edad: Gondor y Rohan. Dos modelos distintos —uno refinado y marítimo, el otro pastoral y tribal— pero profundamente entrelazados.
Gondor: riqueza, herencia y decadencia

Gondor no es solo un reino: es la sombra persistente de Númenor, ese continente sumergido cuya gloria aún resuena en las piedras blancas de Minas Tirith. Herederos de un saber antiguo, los gondorianos construyeron fortalezas, represas, puertos y bibliotecas. Todo eso necesita recursos. Muchísimos recursos.
La agricultura es el primer pilar. Los campos de Pelennor, regados por afluentes del Anduin, producen cereales, legumbres y vino. Las tierras más al sur —Lebennin, Anfalas— dan frutas y olivares. Lossarnach, a su vez, es famosa por sus jardines y hierbas medicinales¹.
La minería es otro puntal. En las estribaciones de las Ered Nimrais (las Montañas Blancas), Gondor extrae hierro, estaño y piedra caliza, esenciales para forjar armas, levantar murallas y comerciar con pueblos del este².
La tercera pata es el comercio marítimo. Pelargir, fundado por los Fieles que huyeron de Númenor, es el gran puerto del reino. Desde allí, barcos transportan vino, aceite, telas y armas hacia el norte y el sur. Incluso bajo la amenaza constante de Umbar, el intercambio no se detiene³.
La organización feudal
A nivel interno, Gondor funciona bajo un modelo feudal avanzado. Los hîr (señores) de regiones como Dol Amroth o Calenardhon gobiernan territorios, administran justicia y levantan tropas a cambio de autonomía local. La corona —durante siglos en manos de los Senescales— recauda tributos, supervisa la infraestructura y mantiene los ejércitos⁴.
La lealtad de los vasallos no solo es política: es económica. En tiempos de guerra, se esperan suministros, hombres y caballos. En tiempos de paz, el comercio entre regiones fluye por rutas vigiladas y ríos navegables.
Señales de decadencia
Pero no todo es esplendor. Al inicio de El Señor de los Anillos, Gondor está en declive. Sus fronteras se han encogido, la población urbana disminuye, y muchas tierras están despobladas o subutilizadas⁵.
Esto se refleja incluso en la arquitectura: el esplendor de Minas Tirith contrasta con su vacío interior. Es un reino que vive de glorias pasadas, que aún posee infraestructura, pero ha perdido parte de su dinamismo. Una lección, quizás, sobre imperios que no se renuevan.
Rohan: economía del caballo y el honor

Rohan, por el contrario, es joven, móvil y directo. Fundado apenas cinco siglos antes de la Guerra del Anillo, es un reino edificado sobre la confianza mutua entre un rey y sus jinetes. Y sobre todo, sobre la cría de caballos.
Los caballos de Rohan no son solo transporte o montura militar. Son símbolo de estatus, medio de intercambio, dote matrimonial y legado familiar. Criar un buen semental puede equivaler a poseer una mina de oro en otra cultura⁶.
Las tierras del Folde Oeste y el Este son ideales para la ganadería. Las familias nobles —como los Éorlingas— poseen manadas vastas, pero incluso los campesinos tienen algunos caballos. Hay una economía mixta, con intercambios frecuentes entre clanes y aldeas.
Trueque, lealtad y reciprocidad
A diferencia de Gondor, donde hay tributos y monedas, en Rohan el trueque es esencial. Se intercambian caballos por cereales, lana por herramientas, vino por carne seca. No hay mercados formales, pero sí redes sociales donde la palabra dada tiene más peso que un sello real⁷.
El sistema político se apoya en la redistribución del botín. Cuando un mariscal regresa de campaña, reparte lo conseguido entre sus hombres. Así se refuerzan los vínculos, se asegura la lealtad y se mueve la economía local. En tiempos de paz, estas redes se activan durante fiestas y bodas.
Dependencia y autonomía
Aunque orgullosos de su independencia, los rohirrim dependen en parte del comercio con Gondor. A cambio de caballos y tropas, reciben herramientas, vino, hierro trabajado. Es una relación simétrica pero desigual: Gondor es más rico, pero Rohan es más ágil⁸.
Su economía, como sus ejércitos, está siempre lista para moverse. No acumula riquezas como Erebor, ni administra como Minas Tirith. Pero sobrevive. Y galopa.
Entre bosques, minas y sombras: economías no humanas en la Tierra Media
Los Elfos no comercian como los Hombres. Los Enanos no siembran. En Mordor no hay mercados. Pero en todos ellos, el poder fluye gracias a recursos, trabajo y una noción muy particular de riqueza.
Tras visitar los reinos humanos de Gondor y Rohan, es hora de mirar más allá. Porque si algo distingue a la Tierra Media es la riqueza cultural de sus pueblos no humanos, cada uno con formas muy distintas —y profundamente simbólicas— de relacionarse con el valor, el trabajo y la posesión.
Elfos: armonía antes que abundancia

Los Elfos no cultivan la tierra como los Hombres, ni comercian como los Enanos. Su relación con el mundo es de otra naturaleza. No buscan dominarlo, sino custodiarlo.
En Lothlórien, los alimentos, la medicina y los materiales se obtienen del bosque con una delicadeza casi mágica. Galadriel y Celeborn gobiernan una comunidad que vive en equilibrio, donde la abundancia no se mide en cofres, sino en la belleza del entorno y la paz interior de sus habitantes⁹.
El arte como riqueza
La producción élfica se centra en lo simbólico: ropas que no se ensucian, lámparas que no se apagan, espadas que cantan nombres antiguos. La famosa orfebrería élfica —como el broche en forma de hoja de la Compañía del Anillo o la cuerda de Galadriel— no tiene precio. Literalmente: no se vende¹⁰.
Estos objetos circulan como regalos rituales, no como mercancía. Regalar algo tan precioso es un acto de poder y de confianza. Y sí, también de influencia diplomática. En este sentido, los Elfos practican una economía del don, al estilo que describe Marcel Mauss¹¹.
Tiempo, el mayor capital
Al ser inmortales, los Elfos no tienen prisa. Pueden dedicar cien años a perfeccionar una melodía o cincuenta a construir una lámpara. Esta relación con el tiempo les permite evitar el cortoplacismo y el desperdicio. No necesitan acumular: tienen suficiente¹².
Enanos: riqueza como identidad

Bajo la montaña
Si los Elfos buscan belleza, los Enanos buscan solidez. Su economía se basa en la minería, la metalurgia y la acumulación de tesoros. En Khazad-dûm, Erebor o las Colinas de Hierro, los Enanos excavan profundamente, no solo por necesidad, sino como parte de su vocación.
El mithril, el oro y las gemas son valiosos no solo por lo que compran, sino porque representan la maestría de su cultura. Un artefacto enano es el resultado de generaciones de técnica, transmitida dentro de clanes y gremios¹³.
Gremios, linajes y secretos
La organización económica enana se basa en gremios familiares. Cada familia tiene su especialidad: herrería, joyería, arquitectura. Los secretos artesanales se guardan con celo. El apellido enano es también una marca registrada.
El comercio exterior sí existe —con Hombres, Hobbits y hasta Elfos— pero es reservado, meticuloso y controlado. No hay improvisación ni "regateos". Todo se mide. Todo se pesa¹⁴.
Acumulación y peligro
La tragedia de Erebor, devorada por la codicia de Smaug, nos recuerda que para los Enanos, la acumulación puede volverse obsesión. Thorin, cegado por el tesoro de la Montaña Solitaria, cae en la "enfermedad del dragón", una alegoría de la avaricia desatada¹⁵.
Mordor: economía de la destrucción

Producir para la guerra
Mordor no tiene agricultura, ni comercio, ni arte. Su economía es extractivista y militarista. Todo lo que se produce —armas, armaduras, alimento seco— se destina al mantenimiento de un ejército. El capital de Mordor es el terror, y su única inversión, la guerra.
Los esclavos humanos y orcos trabajan sin descanso en minas y forjas. Barad-dûr se sostiene con materiales extraídos de otras tierras. El comercio aquí es saqueo. La distribución, castigo. La acumulación, propaganda de poder¹⁶.
Esclavitud y centralización
Bajo el Ojo de Sauron, toda la economía está centralizada. No hay propiedad privada ni circulación de bienes. El trabajo es obligatorio, y la producción, dirigida desde arriba. Mordor funciona como una economía planificada... pero sin ética, ni eficiencia, ni innovación real.
Tecnología perversa
Curiosamente, Mordor sí "innova". La creación de los Uruk-hai es un ejemplo de bioingeniería oscura. Y la proliferación de maquinaria en Isengard bajo Saruman (aliado de Sauron) sugiere un modelo protoindustrial sin alma¹⁷.
Tres formas de poder económico
En estos tres pueblos —Elfos, Enanos, y Mordor— Tolkien nos ofrece tres miradas sobre la economía:
- Una visión espiritual y equilibrada, donde el valor está en el don y la belleza.
- Una visión material y técnica, donde el valor está en el trabajo y la acumulación.
- Una visión opresiva y bélica, donde el valor es solo poder y control.
Y en todas ellas, la economía no es un añadido: es la expresión más íntima de la cultura.
Pan, pipa y paz: la economía de la Comarca y los márgenes de la Tierra Media
Mientras los grandes reinos guerreaban, en la Comarca se cosechaba, se bebía y se cantaba. Pero incluso en ese rincón apacible, la economía tiene su propia magia. Y más allá de sus límites, otros pueblos también tejían redes de intercambio, tributo o supervivencia.

La Comarca: riqueza sin oro
Economía del confort
En un rincón occidental del mapa, alejada de las tensiones imperiales, se extiende la Comarca. Un país sin ejército, sin monedas visibles y sin prisa. Pero no sin economía.
Los Hobbits cultivan lo que necesitan: cereales, frutas, lúpulo para la cerveza, tabaco para la pipa. Cada familia posee sus tierras y sus huertos. No hay grandes latifundios ni pobreza visible. Se trata de una economía de subsistencia cómoda, casi utópica¹⁸.
Y sin embargo, hay prosperidad. Bolsón Cerrado está bien provisto. El mercado de Hobbiton es activo. Hay comercio, hay carpinteros, molineros, panaderos. Hay un sistema que funciona, aunque no esté codificado en tratados.
El trueque como regla
La ausencia de moneda oficial no implica una ausencia de valor. En la Comarca, los intercambios se basan en trueques, regalos, favores y reputación. Un buen pastel puede valer una reparación de cerco. Un barril de cerveza puede ganarse con historias bien contadas o una cosecha compartida¹⁹.
La economía hobbit es profundamente relacional. Lo importante no es cuánto tienes, sino quién te conoce, qué puedes aportar, y qué tan bien lo haces. En esto, la Comarca se acerca más a modelos antropológicos de economías tribales que a sistemas modernos²⁰.
Los mathoms: otra forma de circular
Los famosos mathoms son objetos que ya no tienen un uso inmediato, pero que no se tiran. Se guardan, se regalan, se re-regalan. Es una especie de "mercado del recuerdo" que mantiene viva la circulación de bienes sin necesidad de dinero.
Es también un gesto simbólico: lo que se da, vuelve. Y lo que se comparte, permanece. En un mundo donde el Anillo Único representa la posesión absoluta, los mathoms son un antídoto doméstico²¹.
Bree, Puertos Grises y el mundo exterior

La Comarca no está totalmente aislada. Hacia el este, Bree funciona como un cruce de caminos. Allí conviven hombres y hobbits, y sí, hay una economía más formalizada: posadas, monedas, precios. El Poney Pisador no sirve cerveza por cortesía: se paga, y bien²².
Los Puertos Grises, bajo Círdan, también tienen relaciones de intercambio, aunque muy limitadas. Su papel es más místico que económico, pero no cabe duda de que reciben y preparan naves con recursos. Y esos recursos vienen de algún lugar²³.
Hombres del Este y del Sur: economías bajo sombra
Lo poco que se nos dice
Tolkien no desarrolla extensamente a los Hombres de Harad o Rhûn. Pero lo que sabemos sugiere culturas estructuradas, con jefes tribales, rutas comerciales extensas y bienes exóticos: especias, sedas, animales de guerra²⁴.
Estas culturas aparecen frecuentemente como vasallos forzados de Mordor, pero eso no implica que no tengan sistemas económicos propios. De hecho, su capacidad para enviar tropas, elefantes de guerra (mûmakil) y mantener grandes ciudades sugiere una economía compleja²⁵.
Tributo y coerción
Bajo el dominio de Sauron, estas naciones entregan hombres, metales y bienes a cambio de protección... o por miedo. Es un modelo de tributación imperial coercitiva, similar al que se vio en imperios históricos como el persa o el mongol²⁶.
Lo fascinante es que estas culturas también reflejan lo que Tolkien no idealiza: riqueza sin moral, o poder sin propósito. No las demoniza por completo, pero las muestra como civilizaciones atrapadas en una red que no controlan.
Márgenes que también sostienen
En conjunto, vemos que la economía en los "bordes" de la Tierra Media —Comarca, Bree, Harad, Rhûn— no es menos rica, sino simplemente distinta. A veces más libre, a veces más oprimida. A veces sencilla, a veces ritual. Pero siempre significativa.
La Comarca nos recuerda que el bienestar puede ser silencioso. Los pueblos del sur, que la riqueza puede ser trágica. Y Bree, que incluso en los cruces de caminos, hay redes invisibles que lo sostienen todo.
Más allá del oro: el alma de la economía en la Tierra Media
En la Tierra Media, como en nuestro mundo, no basta con tener: hay que saber qué hacer con lo que se tiene. A través de cada moneda, espada, regalo o tesoro, Tolkien nos habla de algo más profundo: del bien, del mal, y de lo que verdaderamente vale la pena conservar.
Lo que el oro no puede comprar
A lo largo de esta travesía económica por Arda, hemos conocido múltiples formas de riqueza. Desde los valles fértiles de Gondor hasta las minas subterráneas de los Enanos, desde el comercio simbólico de los Elfos hasta los mathoms hobbits y la economía esclavista de Mordor. Cada cultura gestiona sus recursos según su visión del mundo.
Pero bajo esta diversidad, Tolkien nos deja una enseñanza: el modo en que se adquiere, se comparte o se desea la riqueza revela el alma de un pueblo.
El don frente al dominio
Uno de los temas centrales es la diferencia entre el don y el dominio. Los Elfos y los Hobbits comparten. Sauron y los dragones, acumulan. Thorin empieza dando, pero termina encerrado con su oro. Bilbo hace el camino inverso: deja atrás su tesoro, y gana sabiduría.
El Anillo Único, que no compra ni pesa, simboliza la corrupción del deseo de posesión total. Es el antítesis del regalo élfico. Donde el don une, el dominio aísla.
Esto resuena con las ideas del filósofo Jacques Maritain y los textos católicos que Tolkien leyó: la riqueza verdadera no está en lo que se posee, sino en lo que se ofrece²⁷.
Trabajo como arte, no como castigo
Para los Enanos, el trabajo es vocación. Para los Elfos, arte. Para los Hobbits, rutina feliz. En Mordor, en cambio, es castigo. Esta diferencia no es menor: Tolkien defiende la idea de que el trabajo dignifica cuando nace del amor, no de la imposición²⁸.
Hay ecos aquí de su propia vida: del joven huérfano que aprendió a valorar el estudio como vía de ascenso; del soldado de trincheras que vio cómo la guerra industrial deshumanizaba el trabajo²⁹.
La tierra no se explota: se cuida
Quizá una de las ideas más actuales de Tolkien sea su crítica ecológica. La Comarca, Lothlórien, Rivendel... todas son economías que no agotan la tierra, sino que viven con ella. Isengard y Mordor, en cambio, la destruyen.
Cuando Saruman tala los bosques de Fangorn para alimentar sus forjas, o cuando Sauron arrasa Ithilien, el mensaje es claro: el modelo económico que olvida la vida, está condenado a la ruina³⁰.
Pobreza, abundancia y sentido
¿Quién es más rico: el Rey de Gondor con sus salones vacíos, o Sam Gamyi con su soga élfica y su lealtad?
Para Tolkien, la abundancia no está en los cofres, sino en los vínculos, la memoria, y el hogar. Por eso Frodo no regresa como un héroe conquistador, sino como un portador de cicatrices. Por eso Bilbo reparte su fortuna. Y por eso la Comarca, pese a su sencillez, es el lugar más difícil de defender: porque encarna el verdadero sentido del "bien común".
Una economía para el corazón
Así como cada espada tiene su historia, cada pan compartido, cada regalo de Galadriel, cada objeto pasado de mano en mano —desde un anillo hasta una hoja de lembas— carga un significado más profundo que su valor aparente.
Tolkien no escribió tratados de economía, pero creó un universo donde toda posesión, toda transacción, todo acto económico es también una elección moral.
Y en ese mundo, tan parecido al nuestro, el mayor tesoro es saber cuándo dar, cuándo soltar... y cuándo volver a casa.
Referencias
¹ Karen Fonstad, The Atlas of Middle-earth, Houghton Mifflin, 1991.
² Tolkien Gateway, entradas "Economy", "Mordor", "Lothlórien", consultado marzo 2025.
³ The Letters of J.R.R. Tolkien, ed. Carpenter, carta 131 a Milton Waldman.
⁴ Peter Kreeft, The Philosophy of Tolkien, Ignatius Press, 2005.
⁵ The Lord of the Rings, "The Scouring of the Shire".
⁶ Humphrey Carpenter, J.R.R. Tolkien: A Biography, HarperCollins, 1977.
⁷ Oronzo Cilli, Tolkien's Library, Luna Press, 2023.
⁸ Tom Shippey, The Road to Middle-Earth, HarperCollins, 1982.
⁹ Holly Ordway, Tolkien's Faith: A Spiritual Biography, 2023.
¹⁰ Sociedad Tolkien Española, "Economía y sostenibilidad en la Tierra Media", Estel nº 13, 2021.
¹¹ Mauss, M., Essai sur le don, 1925.
¹² The Hobbit, cap. "The Gathering of the Clouds".
¹³ Peter Kreeft, The Philosophy of Tolkien, Ignatius Press, 2005.
¹⁴ The Letters of J.R.R. Tolkien, ed. Carpenter, carta 131 a Milton Waldman.
¹⁵ The Hobbit, cap. "The Gathering of the Clouds".
¹⁶ Tolkien Gateway, entradas "Economy", "Mordor", "Lothlórien", consultado marzo 2025.
¹⁷ Sociedad Tolkien Española, "Economía y sostenibilidad en la Tierra Media", Estel nº 13, 2021.
¹⁸ Holly Ordway, Tolkien's Faith: A Spiritual Biography, 2023.
¹⁹ Tom Shippey, The Road to Middle-Earth, HarperCollins, 1982.
²⁰ Mauss, M., Essai sur le don, 1925.
²¹ The Lord of the Rings, "The Scouring of the Shire".
²² The Hobbit, cap. "The Gathering of the Clouds".
²³ Karen Fonstad, The Atlas of Middle-earth, Houghton Mifflin, 1991.
²⁴ Oronzo Cilli, Tolkien's Library, Luna Press, 2023.
²⁵ The Letters of J.R.R. Tolkien, ed. Carpenter, carta 131 a Milton Waldman.
²⁶ Humphrey Carpenter, J.R.R. Tolkien: A Biography, HarperCollins, 1977.
²⁷ Holly Ordway, Tolkien's Faith: A Spiritual Biography, 2023.
²⁸ Peter Kreeft, The Philosophy of Tolkien, Ignatius Press, 2005.
²⁹ Humphrey Carpenter, J.R.R. Tolkien: A Biography, HarperCollins, 1977.
³⁰ Sociedad Tolkien Española, "Economía y sostenibilidad en la Tierra Media", Estel nº 13, 2021.