La muerte es uno de los grandes ejes temáticos en la obra de J. R. R. Tolkien. Aunque muchas veces se le recuerda solo por la riqueza de su mundo ficticio o por la épica de sus batallas, el propio autor afirmó que The Lord of the Rings trata, sobre todo, de “la Muerte y la Inmortalidad”1.
Sin embargo, para Tolkien, la muerte no es meramente el cese de la existencia. Es un misterio espiritual que define la esencia de cada criatura y, en especial, separa los destinos de las dos razas principales de los Hijos de Ilúvatar: los Elfos y los Hombres.
Comprender cómo concibe Tolkien la muerte en su legendarium es clave para entender el corazón de su obra. A continuación exploraremos el significado de la muerte para los Elfos y para los Hombres, y cómo esa diferencia da sentido a toda la historia de Arda.
🌟 Qué significa la muerte para los Elfos
En The Silmarillion, Tolkien explica que los Hijos de Ilúvatar —Elfos y Hombres— están compuestos por fëa (espíritu) y hröa (cuerpo)2.
El fëa otorga vida, voluntad y conciencia; el hröa da forma física y presencia en el mundo. Ambos son inseparables: un fëa sin hröa queda impotente, y un hröa sin fëa se marchita y muere.
A menudo se considera que los Elfos son inmortales, pero Tolkien precisa que esto no significa que vivan para siempre. En realidad, los Elfos están “atados a Arda”: mientras el mundo exista, ellos existirán, y no pueden abandonarlo por voluntad propia3.
Su vida es extremadamente larga y no sufren enfermedad ni vejez, pero pueden morir de dos formas:
- 🗡️ Muerte violenta: por heridas en batalla o accidentes.
- 💔 Agotamiento del espíritu: cuando el dolor, la pena o el hastío consumen su voluntad de vivir.
Así murió Arwen, tras la partida de Aragorn: su espíritu se marchitó de tristeza y su cuerpo simplemente dejó de sostenerla4.
Los Elfos temen la muerte porque, aunque sus cuerpos son resistentes, no son indestructibles, y porque tras morir deben enfrentarse a un juicio. Cuando un Elfo muere, su fëa es convocado a las Estancias de Mandos en Valinor, donde aguarda el juicio de Námo (Mandos), el Valar encargado de los muertos2.
En esos salones, el espíritu es “sanado” de sus faltas y penas, y puede solicitar volver a la vida. Sin embargo, Tolkien dejó claro que no todos los elfos pueden regresar: necesitan el permiso expreso de los Valar, y este puede serles negado si cometieron graves crímenes o si su regreso no es considerado justo5.
En sus primeros escritos, Tolkien imaginó que los elfos renacían como niños dentro de su mismo linaje, pero hacia 1960 abandonó la idea de la reencarnación literal, porque contradecía la unicidad del cuerpo y la persona2.
En su concepción final, el espíritu de un elfo que retorna es “rehilado” en un nuevo cuerpo idéntico al anterior, y solo después puede salir de Mandos.
Solo unos pocos lo han hecho. Tolkien narra que Glorfindel, caído en Gondolin en la Primera Edad, fue restaurado y devuelto a la Tierra Media en la Segunda Edad6.
En cambio, Fëanor, el más orgulloso de los Noldor, permanece hasta hoy en las Estancias de Mandos y no ha podido volver7.
Así, los Elfos son inmortales solo en el sentido de que no mueren por vejez ni enfermedad y duran mientras dure Arda. Pero son vulnerables al dolor, a la violencia y al desgaste del mundo. Además, saben que cuando Arda llegue a su fin, su destino será incierto. Incluso los Valar desconocen qué ocurrirá con los fëar élficos al fin del mundo8.
Por eso, a pesar de su longevidad, los Elfos viven bajo una sombra: la nostalgia, el miedo a la pérdida y el desgaste del tiempo. Esta melancolía explica en parte por qué muchos envidian el destino de los Hombres.
⚰️ Qué significa la muerte para los Hombres
Si los Elfos están atados al mundo, los Hombres no. Esta es la gran diferencia.
En The Silmarillion, Tolkien explica que los Hombres recibieron la muerte como “el don de Ilúvatar”: al morir, sus fëar abandonan los Círculos del Mundo y parten a un destino desconocido incluso para los Valar9.
Esta libertad los hace únicos. Mientras los Elfos deben esperar el fin de Arda, los Hombres trascienden el mundo al morir. Además, Ilúvatar les concedió libertad de voluntad: sus actos no están predeterminados por la Música de los Ainur, como los de Elfos y Valar9.
En los albores de su historia, los primeros Hombres aceptaban la muerte con paz, como un regalo, sin temor10.
Pero esto cambió cuando Melkor (Morgoth) envenenó su corazón, haciéndoles creer que la muerte era una maldición y que los Valar se reservaban injustamente la inmortalidad para los Elfos11.
Así nació el miedo humano a la muerte y la envidia hacia los Elfos.
Este engaño alcanzó su clímax con los Hombres de Númenor.
Aunque fueron bendecidos con largas vidas, empezaron a temer la muerte y a desear la inmortalidad élfica. Entonces Sauron, cautivo en su isla, los corrompió diciéndoles que los Valar les ocultaban el secreto de la vida eterna y que solo adorando a Melkor podrían escapar a la muerte12.
El rey Ar-Pharazôn llevó entonces la mayor flota jamás vista para conquistar las Tierras Imperecederas y arrebatar la inmortalidad a los Valar13.
Pero al pisar Aman, Ilúvatar intervino directamente: hundió Númenor bajo el mar y cambió la forma del mundo, haciendo la tierra redonda para impedir que los mortales volvieran a Valinor13.
Númenor pereció buscando huir de lo que más temían: la muerte.
Esta catástrofe encarna la enseñanza central de Tolkien: intentar escapar a la muerte destruye el alma.
Incluso los Nazgûl, antaño reyes humanos, fueron consumidos por esa misma ambición: los Anillos de Poder prolongaron sus vidas más allá de lo natural, pero acabaron reduciéndolos a espectros sin voluntad14.
👑 Aragorn y la aceptación del don
Frente a la corrupción de Númenor, Tolkien presenta a Aragorn como el ejemplo perfecto de sabiduría humana ante la muerte.
Cuando llegó su hora, renunció voluntariamente a su vida, como hacían los antiguos reyes de Númenor fieles. No por desesperación, sino por gratitud y serenidad4.
Sus últimas palabras a Arwen expresan esta visión:
“Con tristeza hemos de separarnos, mas no con desesperación. No estamos atados para siempre a los confines del mundo, y del otro lado hay más que recuerdos”
((Tolkien, J. R. R. (1955). The Lord of the Rings, Apéndice A, “The Tale of Aragorn and Arwen”. George Allen & Unwin)).
Aragorn no teme morir porque confía en que la muerte forma parte del plan de Ilúvatar, y que más allá de este mundo hay algo mayor.
Así demuestra lo que Tolkien entendía por el don de la mortalidad: una salida del mundo, no una pérdida.
⚖️ Dos destinos, un mismo misterio
Los Elfos, aunque longevos, están encerrados en Arda hasta el fin de los tiempos. Su inmortalidad está teñida de nostalgia y melancolía.
Los Hombres, en cambio, mueren pronto pero reciben el misterioso don de salir de los Círculos del Mundo y quizás participar en algo nuevo cuando Arda concluya.
Tolkien resumió esta tensión en una carta clave:
“El tema central es la Muerte y la Inmortalidad: el amor por el mundo en los corazones de una raza ‘condenada’ a abandonarlo [los Hombres], y la angustia en los corazones de una raza ‘condenada’ a no poder abandonarlo [los Elfos]”
((Tolkien, J. R. R. (1981). The Letters of J. R. R. Tolkien, ed. Humphrey Carpenter, carta nº 186. George Allen & Unwin)).
🪶 Conclusión: la muerte como esperanza
En el legendarium de Tolkien, la muerte no es el final, sino la gran esperanza de los Hombres.
Mientras los Elfos temen el paso del tiempo, los Hombres están hechos para dejar ir y confiar en un destino más allá del mundo.
Aceptar la muerte —no resistirse a ella— es el verdadero camino de sabiduría.
Y eso es lo que diferencia a los héroes verdaderos de quienes, como los Nazgûl o Ar-Pharazôn, se aferran con desesperación a una vida que no pueden conservar.
Así, Tolkien convierte la muerte en un acto de fe, libertad y trascendencia, y nos recuerda, como le dice Gandalf a Frodo, que “todo lo que podemos decidir es qué hacer con el tiempo que se nos ha dado”15.
- Tolkien, J. R. R. (1981). The Letters of J. R. R. Tolkien, ed. Humphrey Carpenter, carta nº 186. George Allen & Unwin [↩]
- Tolkien, J. R. R. (1993). Morgoth’s Ring (The History of Middle-earth X), “Laws and Customs among the Eldar”. HarperCollins [↩] [↩] [↩]
- Tolkien, J. R. R. (1977). The Silmarillion, “Of the Beginning of Days”. George Allen & Unwin [↩]
- Tolkien, J. R. R. (1955). The Lord of the Rings, Apéndice A, “The Tale of Aragorn and Arwen”. George Allen & Unwin [↩] [↩]
- Tolkien, J. R. R. (1981). The Letters of J. R. R. Tolkien, ed. Humphrey Carpenter, carta nº 212. George Allen & Unwin [↩]
- Tolkien, J. R. R. (1996). The Peoples of Middle-earth (The History of Middle-earth XII). HarperCollins [↩]
- Tolkien, J. R. R. (1977). The Silmarillion, “Of the Flight of the Noldor”. George Allen & Unwin [↩]
- Tolkien, J. R. R. (1977). The Silmarillion, “Of the End of the World”. George Allen & Unwin [↩]
- Tolkien, J. R. R. (1977). The Silmarillion, “Of Men”. George Allen & Unwin [↩] [↩]
- Tolkien, J. R. R. (1993). Morgoth’s Ring (The History of Middle-earth X), “Athrabeth Finrod ah Andreth”. HarperCollins [↩]
- Tolkien, J. R. R. (1977). The Silmarillion, “Of the Coming of Men”. George Allen & Unwin [↩]
- Tolkien, J. R. R. (1980). Unfinished Tales, “The Line of Elros” y “Akallabêth”. George Allen & Unwin [↩]
- Tolkien, J. R. R. (1977). The Silmarillion, “Akallabêth”. George Allen & Unwin [↩] [↩]
- Tolkien, J. R. R. (1955). The Lord of the Rings, Libro I, cap. 2. George Allen & Unwin [↩]
- Tolkien, J. R. R. (1954). The Lord of the Rings, Libro I, cap. 2. George Allen & Unwin [↩]